Y el monstruo, antaño hombre, se alzó ante la luna y manó de él un extraño aullido que pareció surgir de las mismas entrañas del Infierno...
Abajo de la colina, asomado un campesino desde su humilde morada y oyendo el ensordecedor llanto, miró su reloj y creyó conveniente cerrar puertas y ventanas.